Estamos actualmente en un momento complejo y a la vez muy interesante. En este contexto, la gran mayoría de paradigmas y verdades absolutas que han servido como base a nuestro modo de vida están cambiando.  Nos encontramos ante una situación de profundos cambios políticos (nuevos ejes de poder mundial), sociales (nuevas formas de relacionarnos entre nosotros y de enfocar la vida) y económicos (nuevos y rupturistas modelos de negocio).  

Uno de los aspectos más significativos que han condicionado gran parte de estos cambios es la profunda crisis económica (principalmente de carácter financiero) que han atravesado todos los países a partir del año 2008, cuyo detonante más conocido (pero no el único) fue la quiebra de Lehman Brothers. 

Ante una crisis “diferente” a todas las anteriores es particularmente interesante la actuación de los Bancos Centrales, que con el fin de intentar solucionar este tipo de crisis desconocido hasta ese momento, han tomado, en su práctica totalidad, dos medidas radicales: El incremento de la masa monetaria (es decir, la puesta en el mercado de gran cantidad de “nuevo dinero” mediante la compra a empresas y entidades financieras de activos en muchos casos de dudosa solvencia) y la drástica reducción de los tipos de interés (en Europa, por ejemplo, hemos pasado de tipos de interés tradicionales en un rango del 3/5% a tipos actuales del 0%, siguiendo el camino que anteriormente había tomado la Reserva Federal de EEUU).

Hoy nos queremos detener en el aspecto que ha tenido una influencia más directa en “nuestro bolsillo”, la reducción de los tipos de interés.  Esta reducción se ha manifestado en un doble efecto para la economía:

  • Efecto Positivo: Por un lado, las empresas y particulares que estaban endeudados han tenido un importante ahorro en los intereses que pagaban por su deuda.  En España, por ejemplo, algunos estudios indican que gracias a la política del BCE las familias y empresas españolas han ahorrado entre 150.000 y 200.000 MM. de euros.
  • Efecto Negativo: Los niveles anormalmente bajos de los tipos de interés han perjudicado a millones de ahorradores, porque los rendimientos de los productos clásicos en los que invertían han sido prácticamente nulos o por lo menos muy por debajo de la inflación.

Este efecto negativo ha afectado significativamente a los ahorradores e inversores españoles, dado que los mismos han mantenido dos premisas fundamentales en la gestión de sus ahorros:

  • Gestión Pasiva. Tradicionalmente hemos dejado la gestión de nuestros ahorros e inversiones a las entidades financieras o a intermediarios financieros, cuya gestión ha sido, en muchos casos, cara, ineficiente e incluso no suficientemente profesional.
  • Aversión al Riesgo.  El inversor español es muy reacio al riesgo razón que permite entender su interés en los fondos y planes garantizados o en la inversión en activos inmobiliarios.

Consecuencia de esta aversión al riesgo los ahorradores españoles hemos sido tradicionalmente muy conservadores y gran parte de los ahorros han estado invertidos en cuentas corrientes, depósitos a plazo, productos de renta fija o productos garantizados.  El objetivo de todos estos productos era evidentemente obtener una rentabilidad superior a la inflación con el objeto de mantener la capacidad adquisitiva de los ahorradores.

En el contexto actual de crisis financiera la inflación, entendida como el incremento de los precios, ha sido anormalmente baja (1,1% en 2017, 1,2% en 2018 y 1,1R% en 2019, frente a un objetivo de inflación del BCE del 2%).  Sin embargo, consecuencia de la política de tipos llevada a cabo por los bancos centrales, actualmente los cuentas y depósitos bancarios prácticamente no tienen rentabilidad (es difícil encontrar algún depósito a plazo con un tipo superior al 0,1%), la deuda pública emitida por gran parte de los países europeos ofrece tipos negativos y la gran mayoría de los fondos de inversión más conservadores no pueden encontrar activos suficientemente atractivos. Como resumen la mayor parte de los ahorradores hemos perdido mucho dinero por una ineficiente gestión de nuestros ahorros e inversiones. 

En Fellow Funders llevamos mucho tiempo comentando sobre la necesidad de una gestión activa de nuestros ahorros e inversiones.  Esta gestión activa no significa, en ningún caso, que no recurramos al asesoramiento profesional, pero considerando que su papel debe ser ese, asesorar, lo que no nos exime a cada uno de nosotros de un seguimiento puntual y racional de las inversiones que constituyen nuestra cartera.

Igualmente en Fellow Funders hemos hablado en muchas ocasiones de la necesaria diversificación de nuestra cartera de inversiones.  Debemos contemplar una parte de renta fija, una parte de renta variable, una parte de liquidez . Además, y dentro de este entorno de tipos bajo, una parte de inversión en activos alternativos.

En Fellow Funders, a través de nuestra plataforma de inversión alternativa en directo, nos hemos comprometido con nuestros usuarios e inversores a presentar periódicamente oportunidades de inversión alternativa “diferentes”. No obstante, siempre con los criterios que tradicionalmente han guiado toda nuestra actividad: profesionalidad, transparencia, seguridad y confianza.  Todas las inversiones que publicamos en nuestra plataforma han superado estrictos criterios (scoring, valoración, due dilligence, …) con el fin último, en todo momento de poder ofrecer a nuestros inversores oportunidades interesantes en un horizonte temporal de medio y largo plazo.

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