Estamos en una etapa en la que la tecnología avanza a una velocidad de vértigo. A diferencia de otras generaciones, la sociedad actual está acompañando a la tecnología, permitiendo que esta se desarrolle sin miedo. Por desgracia, la regulación y las leyes no pueden avanzar a la misma velocidad. Esto está generando brechas peligrosas que pueden desestabilizar la economía que conocemos actualmente.

La crisis que hemos vivido en la última década ha mostrado las vergüenzas del sistema económico y su fragilidad en algunos aspectos (la dependencia bancaria). Esto ha permitido que la inversión eclosione, muchas herramientas fintech, sistemas blockchain, herramientas basadas en peer to peer, etc.

El problema es que con la mentalidad de romper las reglas para escribirlas de nuevo (algo que debería ser positivo para la sociedad), estamos olvidando las reglas básicas: Protección de datos, derecho a la privacidad, control de capital, o protección a los minoristas. Estas normas básicas no deberían olvidarse, de ser así, estamos retrocediendo en el tiempo a pesar de estar en el ciclo tecnológico más avanzado de la historia. Y esto, nos puede llevar a una espiral tanto o más peligrosa que las crisis que hemos vivido en las últimas décadas.

No hay que confundir la pasión necesaria para avanzar en un negocio disruptivo, con avanzar a cualquier precio; la próxima década viene marcada por grandes cambios en muchos sectores: Fintech, Insurtech, Foodtech, Legaltech, etc. Como podemos apreciar en sus nombres, todos se apoyan en la tecnología que, en la que la mayoría de casos, no existe regulación o jurisprudencia. Por ello debemos ser cautos con las normas sobre las que escribimos, de hacerlo en el camino erróneo, desperdiciaremos la oportunidad que se nos está dando.

ICO y las Criptodivisas

Un claro ejemplo de lo anterior, es la mayoría de las Criptodivisas, las cuales como todos sabemos están escritas bajo tecnología Blockchain. La tecnología Blockchain es muy buena, pero no es infalible, y por desgracia los estados no están preparados para su supervisión y control. Por ello,  aun siendo clara su supervivencia y desarrollo el mercado aquí no está listo para su eclosión. Por desgracia, estamos viendo como avanza a una velocidad de pánico y posiblemente veamos sustos, pues los intereses creados sobre esta son muy elevados, y posiblemente algunos no sean del todo lícitos.

Otro ejemplo son las famosas ICO. En el año 2017, hemos visto cómo el volumen gestionado por este tipo de productos ha multiplicado por 5 el gestionado en inversión directa sobre el mismo tipo de activo. No digo que sea malo en sí, pero cuando vemos que empresas que no han podido financiarse por inversión alternativa normal, consiguen hacerlo por este método y además obtienen 3 veces el capital que necesitaban; estamos ante una burbuja. Esto si no se controla puede traer problemas al sistema y posiblemente, los que pagaremos esto seremos los de siempre, los minoristas. Trayendo con ello miedo hacia las herramientas que están naciendo ahora, que acabarán convirtiéndose en un intento frustrado, en vez de un complemento de futuro.

Ambos ejemplos están permitiendo generar inflación en el valor y en el precio, lo cual todos sabemos a que nos lleva…

Control de acciones

Está claro que las crisis al igual que las guerras, generan pobreza, aunque a largo plazo estas hacen que los pilares sobre los que se construye sean más sólidos, y con ello llegue cierta evolución y mejoras, por lo menos hasta la fecha. Por ello mi insistencia en el control por lo menos en lo que afecte a los ciudadanos, las empresas podemos asumir riesgos, pero sin traspasarlos a las personas.

En general el sector fintech, tiene un mercado enorme para su desarrollo, la desintermediación y la creación de valor para el usuario marcarán la próxima década.

Las nuevas generaciones quieren producto que aporte valor y que no genere cautividad de nada, ni de nadie. Y esta es mi reflexión, generar valor al usuario es algo más que darle una herramienta amigable y fácil de usar, debemos protegerle y explicarle los riesgos que asume. Estamos viendo cómo muchas plataformas de inversión venden producto de alto riesgo para sus usuarios a golpe de marketing. Está claro que no podíamos vivir de producto bancario, pero lo que no se puede permitir es que se incumplan las normas de protección a los inversores minoristas, pues de hacerlo estaremos destruyendo un complemento de valor al producto bancario tradicional.

Conclusiones

Casi todas las herramientas Fintech tienen una larga vida por delante. La regulación va por detrás, pero si queremos que perdure en el tiempo no debemos olvidar las normas básicas de protección al usuario.

Aunque no existan normas en la mayoría de los casos, debemos hacer uso del sentido común, que en muchos casos estamos demostrando que es el menor de los sentidos. Los usuarios son nuestro altavoz para cambiar las cosas y si los maltratamos lo único que dirán es que somos otro intento fallido de evolución.

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Francisco Mariscal
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