
“La Inteligencia Artificial es la nueva electricidad” así lo deja claro Emilio Soria, catedrático de la Universitat de València. Con esa rotundidad afirma que ya está en todas partes y que solo se resiste a algunos entornos, como puede ser el rural.
El principal objetivo de la Inteligencia Artificial (IA) es conseguir que una máquina tenga una inteligencia de tipo general similar a la humana. Tal y como asegura el presidente de Lenovo, Guianfranco Laci, “La IA es una herramienta que permite trabajar para brindar soluciones que mejoren la calidad de vida, los procesos y los servicios en el lugar de trabajo”. Se trata de una transformación para ser más inteligentes. Así, desde la consultora IDC, estiman que hacia el año 2023 el 70% de las iniciativas europeas de automatización inteligente de procesos estarán potenciadas por la IA.
El filósofo John Searle propuso en un artículo publicado en 1980 (Searle, 1980) una distinción entre la IA fuerte y la IA débil. La IA fuerte implicaría que un ordenador convenientemente diseñado no simula una mente, sino que es una mente y por consiguiente debería ser capaz de tener una inteligencia igual o incluso superior a la humana. Mientras que la IA débil, por otro lado, consistiría, según Searle, en construir programas que realicen tareas específicas y, obviamente sin necesidad de tener estados mentales. En ciertos dominios, los avances de la IA débil superan en mucho la pericia humana. Absolutamente todos los avances logrados hasta ahora en el campo de la IA son manifestaciones de IA débil y específica.
Debido a la IA especializada se han conseguido grandes éxitos, en gran parte gracias a la conjunción de dos elementos: la disponibilidad de enormes cantidades de datos y el acceso a la computación de altas prestaciones para poder analizarlos. Éxitos como por ejemplo el de AlphaGo (Silver et al., 2016), Watson (Ferrucci et al., 2013) y los avances en vehículos autónomos o en diagnóstico médico basado en imágenes.
Finalmente concluimos que por muy inteligentes que lleguen a ser las futuras inteligencias artificiales, nunca serán como la inteligencia humana ya que las máquinas no seguirán procesos de culturización o socialización. Serán inteligencias distintas a la humana, ajenas a los valores y las necesidades humanas.
Fuentes: 20Minutos, Levante, Open Mind BBVA