El fútbol es un deporte curioso, donde el miedo a perder te puede llevar a renunciar a atacar para ganar. Por ello, hace 25 años la Liga Española decidió cambiar el valor de las victorias de dos a tres puntos, frente al punto que otorga el empate. De esta forma, un equipo con una victoria y dos derrotas recibe la misma puntuación que un equipo con tres empates, aunque este no haya perdido ni un solo partido. Por tanto, el valor positivo de una victoria compensa el negativo de dos derrotas.

El mundo de la inversión presenta un dilema similar al del balompié. Todas las compañías quieren realizar inversiones exitosas que les reporten beneficios, pero ¿qué pasa si el resultado final aparece en números rojos? Con la entrada de las startups al terreno de juego, el riesgo es todavía mayor. Las empresas tradicionales nos ofrecen ciertos datos históricos con los que podemos realizar una previsión. Sin embargo, cuando invertimos en una startup, no sabemos si esta se convertirá en el próximo Facebook o se quedará en el camino.
Finanzas e inversión, una combinación difícil
Al igual que en el fútbol hay entrenadores más ofensivos y defensivos, existen empresarios con mayor y menor aversión al riesgo. Los más “amarrateguis” suelen ser los directores financieros, centrados en mantener las cuentas de la empresa bien saneadas, aunque esto implique rechazar la práctica totalidad de los proyectos que se les presenten. Heriberto Diarte, fundador del fondo de capital riesgo corporativo de Schneider Electric, opina que “todo lo que te hace un director financiero asombroso te convierte en un inversor malísimo”.
Cuando Diarte fundó este fondo de 500 millones de dólares, advirtió a la compañía de que probablemente perdería todo el dinero durante los próximos cinco años. Con suerte, lo recuperaría en el lustro siguiente. Como anécdota, cuenta que una vez el director financiero le dijo: “Lo entiendo, perderás todo el dinero invertido en algunas ocasiones”. A esto, Diarte respondió: “No, todavía no lo has entendido. Perderé todo el dinero la mayoría de las veces”.
Quien no arriesga, no gana
La actitud de Diarte puede parecer incluso temeraria, pero representa perfectamente la actividad de capital riesgo. El inversor debe ser consciente de que en muchas ocasiones volverá de un proyecto con las manos vacías. Sin embargo, el foco no debe estar puesto en rentabilizar todas las inversiones, sino en arriesgar hasta encontrar “la gallina de los huevos de oro”.

Por este motivo, cobra especial importancia el concepto de cartera de inversión. Invertir en un solo proyecto implica un gran porcentaje de probabilidad de fracaso. Sin embargo, diversificar la inversión permite apostar por un mayor número de startups, de las cuales seguramente al menos una reporte los beneficios esperados.
En Fellow Funders no manejamos fondos de 500 millones de dólares como el de Schneider Electric, pero sí tenemos años de experiencia en invertir en startups. Siempre recomendamos a nuestros inversores diversificar su cartera apostando por distintos proyectos. A pesar de estudiar concienzudamente los proyectos que se nos presentan, somos conscientes de que invertir no es una actividad libre de riesgo. Sin embargo, sabemos de primera mano que, en el mundo de la inversión, el peso de una victoria compensa con creces el de dos derrotas.
Fuente: Financial Times
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