Los deportes electrónicos están viviendo una época dorada. En los últimos años, a la par que el mundo del gaming y los videojuegos ganaban peso en la cultura popular, los esports aprovecharon los problemas de fidelización de los deportes tradicionales para atraer a la audiencia más joven.

El golpe de gracia ha venido de la mano de la pandemia. Una ilusión que se veía lejana se ha vuelto una realidad por un shock imprevisto que ha beneficiado a los deportes electrónicos en detrimento de los tradicionales. Los estadios y las canchas han tenido que cerrar temporalmente y los esports han suplido las necesidades recreativas de una audiencia confinada en casa.
Las cifras avalan la realidad. España es un ecosistema especialmente alentador para este sector. El consumo de videojuegos por habitante de los españoles es superior a otros países desarrollados y, de hecho, España se sitúa en los primeros puestos mundiales a nivel de audiencia de los esports. Estas estadísticas hacen prever una expansión acelerada de este sector y una profesionalización tanto a nivel corporativo como financiero.
Esta dinámica también se ha trasladado a los balances de los clubes que buscan diversificar sus entradas monetarias en busca de un modelo de negocio óptimo. Pero ¿cómo se financia un equipo de esports?
Las alternativas comunes
El modelo de negocio clásico de los esports se ha sustentado mayoritariamente en los patrocinios. Good Game Group estima que alrededor del 80% de los ingresos de un club provienen de esa vía. En 2021 se espera que los patrocinios en este sector muevan 641 millones de dólares frente a los poco más de 500 millones de 2019, según el último informe Global Esports & Live Streaming Market.
Si en un club de fútbol tradicional los derechos de retransmisión son el pilar financiero de su gestión, en los esports estas entradas pasan a segundo lugar. Se estima que este año este tipo ingresos ascienda a 192 millones de dólares. El resto de las entradas se reparten, principalmente, en cuotas para editores de videojuegos, traspasos de jugadores, premios por competiciones, ingresos vinculados al streaming y venta de merchandising.
Sí al crowdfunding
Frente a los ingresos tradicionales, hay empresas que ya trabajan en nuevas formas de revalorizar los esports. La dependencia mayoritaria de una única fuente de ingresos genera unos riesgos inherentes que, eventualmente, afectan al valor de un club esport como empresa y lo penaliza.
Además, los aumentos de audiencia van acompañados de marcas más grandes que buscan patrocinarse, pero exigen vías alternativas a poner un logo en una camiseta. Así pues, los expertos ya tienen puesta la mira en nuevas vías de ingresos centradas en la interacción con la audiencia y cómo monetizarla. Desde el data intelligence hasta la tokenización, pasando por eventos presenciales y competiciones intraempresa, son algunas de las nuevas formas de monetización en desarrollo.
Mientras se investigan esas nuevas fuentes de ingresos, el crowdfunding es una alternativa ideal para descongestionar los balances de los clubes esports. En otras partes del mundo la financiación alternativa ya tiene bastante recorrido dentro de los deportes electrónicos. Sin embargo, en España Fellow Funders abrió la veda. En 2020 Wygers se colocaba como el primer club de esports en cerrar una ronda de equity crowdfunding en España. A través de la plataforma de Fellow Funders el equipo consiguió levantar más de 620.000 euros con el respaldo de figuras relevantes como el exfutbolista Pablo Aimar.
En Fellow Funders hemos querido apostar de nuevo por Wygers. Actualmente, tenemos abierta una ronda de financiación por valor de 300.000 euros con los que el club seguirá desarrollando nuevas líneas de negocio y colocándose a la vanguardia de la profesionalización de los eSports.
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