Los mercados de capitales y la banca en la sombra o shadow banking se han convertido en los nuevos canales de financiación para las empresas que no pueden acceder al crédito bancario tradicional. En el sector del shadow banking se incluyen entidades «como las socimis en el mercado inmobiliario, los business angels, el crowdfunding, los fondos de capital riesgo y los fondos cerrados para que las pymes accedan al capital, o incluso a los hedge funds.

Esta definición genérica tiene muchas derivadas, y en la ingente documentación al respecto encontramos grandes diferencias en función de la geografía (China, EE.UU, y Europa) y en el tipo de producto, fundamentalmente orientado al crédito.

El concepto está claramente denostado y un gran porcentaje de la literatura al respecto sugiere que esto supone una gran amenaza, fundamentalmente por la carencia de regulación y el riesgo que asumen estas empresas. Muchos sugieren que esta es la burbuja que generará la próxima gran crisis.

Lo cierto es que el concepto no es nuevo y ya en la crisis de 2008, estas entidades contribuyeron en buena medida, por su gran exposición a productos de riesgo hipotecario de los famosos CDS. El sector de la banca en la sombra, ahora llamado por el término más cortés “mercado de deuda privada”, se ha triplicado en tamaño en los últimos años y una estimación calcula que el tamaño ronda los $ 1.2 billones. Aproximadamente en Europa representa el 40% del mercado de capitales. Teniendo en cuenta esto, cualquier crisis futura se verá afectada por estos agentes o a la inversa.

La gran pregunta es: ¿Los préstamos Shadow banking son solo préstamos que los bancos regulados decidieron no otorgar?

Lo cierto es que muchas de las empresas de la llamada banca en la sombra están reguladas, aunque de manera más laxa, cuentan con menos burocracia y restricciones y además suelen estar mucho más especializados. Bien pensado, ¿qué pasaría con las pequeñas empresas que no tiene acceso al crédito o al capital, por un cumplir con los cada vez más exigentes controles de riesgo de las entidades reguladas? ¿No son las pymes la clave del entramado empresarial y parte fundamental en la innovación?

Se supone comúnmente que la expansión de la banca en la sombra está principalmente impulsada por el arbitraje regulatorio, el deseo de eludir las limitaciones al capital y de liquidez, requisitos que se han impuesto progresivamente a los bancos. Hay claramente, un elemento de verdad en ese supuesto. La banca en la sombra se ha transformado en un sistema diferente que se adapta a las regulaciones y además se apoya en la tecnología (Fintech). Los tiempos de adaptación se han reducido y la competencia con las empresas maduras de la banca tradicional se ha hecho evidente y sigue en aumento.

Sin embargo, otras fuerzas más profundas están trabajando. La banca en la sombra no existiría en el vacío o en solitario, esta se ha desarrollado porque satisface una necesidad. Algunos ahorradores  y aquellas instituciones que los representan desean mantener partes de sus activos en forma líquida, o mejorar el retorno de sus inversiones. En el otro extremo de la cadena, los inversores productivos necesitan estabilidad en la financiación y compromiso a largo plazo.

La conciliación de esas preferencias opuestas ha tenido un papel central en nuestro sistema, especialmente con la opcionalidad que permite la tecnología y el acceso a la información. La innovación financiera crea la impresión de que es posible para los inversores conciliar, sin límites, liquidez y rentabilidad. Por tanto, lo que llamamos banca en la sombra es solo la última fase en esta evolución. Se está volviendo cada vez más sofisticado, complejo y potencialmente peligroso, pero también es cada vez más necesario.

Ricardo Ruipérez
Equipo Fellow Funders

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